La industria cerámica enfrenta nuevos desafíos debido al cambio climático, afectando directamente los procesos de producción y calidad del producto. Julio César De los Ríos Bertocci, encargado de control de calidad de Cerámica Coboce, destaca cómo la variabilidad climática, especialmente las alteraciones en la humedad y el viento, incide en los procedimientos de fabricación y el acabado final de los productos.
Uno de los principales problemas es la influencia del clima en la combustión de la materia prima. De los Ríos menciona que las transiciones entre estaciones, especialmente de la temporada seca a la lluviosa, alteran los niveles de humedad del aire, afectando la eficiencia de los hornos. Aunque las instalaciones cuentan con sistemas avanzados de regulación, como manómetros que controlan la mezcla de aire y gas, las fluctuaciones ambientales exigen una constante calibración de los equipos.
Además, la producción de cerámica también enfrenta retos en la manipulación de las piezas recién salidas del horno, que están a altas temperaturas. Factores como el viento pueden causar choques térmicos, comprometiendo la calidad del producto. La autorregulación automática de los hornos y secadores es esencial para minimizar el impacto de estos cambios repentinos, garantizando que las condiciones de cocción sean óptimas en todo momento.
El cambio climático también ha incrementado la frecuencia de defectos en la producción. Las variaciones en la temperatura y calidad del aire durante la combustión pueden generar productos con acabados deficientes. De los Ríos recalca que, en esos casos, los productos son clasificados como de segunda calidad, lo que afecta la rentabilidad y eficiencia del proceso productivo.
La industria cerámica se enfrenta a un entorno más impredecible debido al cambio climático. Las empresas deben adaptarse continuamente a las nuevas condiciones ambientales para asegurar que sus productos cumplan con los estándares de calidad exigidos en el mercado.