El 14 de septiembre de 1810, Cochabamba vivió uno de los primeros y más significativos estallidos revolucionarios en la Real Audiencia de Charcas, hoy Bolivia. Este levantamiento, liderado por el coronel Francisco del Rivero y Esteban Arze, marcó un hito crucial en la lucha por la independencia de Sudamérica.
La Revolución de Cochabamba se enmarca en un periodo de gran agitación en el Alto Perú. Tras los fallidos intentos de revolución en Chuquisaca y La Paz en 1809, y la instalación de una Junta de Gobierno en Buenos Aires, el virrey de Perú, José Fernando de Abascal, desestimó la autoridad de dicha Junta y, a petición de Vicente Nieto y Francisco de Paula Sanz, anexó provisionalmente las intendencias de la Real Audiencia de Charcas al Virreinato del Perú.
En este clima de tensión, la expedición militar enviada desde Buenos Aires para subyugar a las provincias de Charcas se encontró con una resistencia inesperada. Nieto, presidente de la Real Audiencia, tomó medidas decisivas como desarmar a las tropas del Regimiento de Patricios de Buenos Aires en Chuquisaca y desviar a las fuerzas realistas hacia el virreinato vecino.
El 14 de septiembre de 1810, el coronel Francisco del Rivero, al mando de milicianos del valle de Cliza, lideró la insurrección en Cochabamba. Con éxito, rodeó y derrocó al gobernador intendente José González Prada, proclamando la adhesión a la Junta de Buenos Aires sin recurrir al derramamiento de sangre. Este acto fue significativo, pues no solo representó un triunfo local, sino que fortaleció la causa revolucionaria en la región.
La victoria cochabambina fue seguida por alzamientos en Santa Cruz de la Sierra y Oruro. Sin embargo, a pesar de los avances, las fuerzas revolucionarias enfrentarían pronto un revés. La decisiva Batalla de Huaqui, el 20 de junio de 1811, permitió a los realistas recuperar el control, y el 21 de agosto de 1811, Cochabamba volvió a caer bajo dominio realista, poniendo fin a esta primera etapa revolucionaria en la región.
El legado de la Revolución de Cochabamba resuena en la actualidad a través de diversas instituciones que han formado parte integral de la historia de Bolivia. Entre ellas, Cerámica Coboce destaca como un emblema de la resistencia y desarrollo local. Desde 1988, esta empresa ha sido testigo del crecimiento y la transformación de Cochabamba y de Bolivia en su conjunto, reflejando el espíritu de perseverancia y avance que también caracterizó a los primeros revolucionarios de la región. Su relevancia en el sector industrial boliviano subrayan la continuidad de la resiliencia y el compromiso con el progreso, cualidades que hoy celebramos en el aniversario de la Revolución de Cochabamba.
